FunTime, felicidad que contagia

Estábamos por hacer el check in con las chicas, cuando se me acerca una señora.

—Disculpe, me dicen que es con usted con quien tengo que hablar.

Lo primero que pensé, fue que tenía una hija o una sobrina, y ya estaba por decirle que me dejara su teléfono y que las chicas de la oficina la iban a llamar.

—¿Todas estas chicas van a viajar en el avión? —me preguntó.

—Sí, estamos yendo a Miami, para…

—Tiene que ser un chiste, le tengo miedo a los aviones, lo único que quiero hacer es dormir todo el viaje y va a ser imposible pegar un ojo.

Yo miré a las chicas que en ese momento no hacían otra cosa que charlar tranquilas y preocuparse por tener sus documentos consigo, tal como les había dicho yo unas dos mil quinientas veces. Menos mal que la señora no las había visto en Disney cantando, gritando, bailando, pensé

Yo entendía a la señora. Muchas veces las caras de las personas cuando ven semejante cantidad de chicas pasan primero por asombro y sonrisas hasta transformarse en preocupación. Pero habiendo viajado con ellas durante tantos años, sabía que todo estaba bajo control.

La señora seguía:

—Usted no entiende, tengo el casamiento de mi hija en Miami, salvo situaciones como esas, yo no viajo en avión. Y lo peor de todo es que con tantos nervios y emoción, me olvidé las pastillas para dormir arriba de la mesa. Ya le avisé a la compañía que si me ven durmiendo, no me despierten para comer y pedí el asiento del lado de la ventanilla para que mi compañero no me despierte cuando quiera pasar para ir al baño. Pero resulta que me toca volar con doscientas chicas que no van a parar de gritar en todo el viaje y…

—Quédese tranquila —la interrumpí —Nadie puede viajar con doscientas personas gritando y eso no va a pasar. ¿Ve esos chicos y chicas que están con ellas? Son los coordinadores, esa señora, supervisora de coordinación y estoy yo. Las chicas no viajan solas.

—Todo muy lindo, pero no me imagino cómo van a hacer para que no me despierten y este va a ser el peor viaje de mi vida – me dijo la señora y se fue otra vez a su lugar en la fila, que otra pasajera le estaba cuidando.

Subimos todos al avión, pasé por los asientos de las chicas para ver si alguna necesitaba algo y vi a la señora sentada con los ojos cerrados, agarrada de los apoyabrazos con tanta intensidad como si no los fuera a soltar nunca más, y diciendo algo en voz baja, que supongo sería algún rezo.

Horas después, el avión aterrizó, se escucharon aplausos, gritos y todos empezamos a prepararnos para bajar.

Yo estaba agarrando mi valija de mano, cuando me tocaron el hombro. Era la señora.

—¿Y? ¿qué tal? ¿Pudo dormir? —Le pregunté.

—No dormí nada. Sin mis pastillas es imposible, pero estuve todo el viaje escuchando las charlas de las chicas. Hablaban de sus vestidos, de Disney, de las fiestas. Me acordé mucho de mi hija a esas edad, sus 15 y pensar que ahora voy a su casamiento. No le voy a decir que no tuve miedo, pero la verdad, creo que fue mi mejor viaje. No hice otra cosa que pensar en cosas lindas, las chicas me transmitieron toda su alegría.

 
viaje-de-15

Hace apenas unas horas, el último de los vuelos aterrizó en Miami. Estamos todos más que listos y con todas las energías para vivir este sueño con todo!  Es inmensa la felicidad que siento de compartir con las chicas, y con todas sus familias, esta increíble experiencia llena de expectativas, de emociones y de esa hermosa felicidad de las chicas que contagia!

Besos
Lily

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